Después de la separación de la banda en 2015, la suerte de cada uno fue muy distinta. Si bien todos mantuvieron cierto nivel de fama, a nivel carrera artística, unos crecieron y se mantuvieron más vigentes que otros. El cariño de los fans se mantuvo.

Por eso la noticia de la muerte de Liam Payne pega tan fuerte. Porque fue alguien significativo de muchos que hoy somos adultos. En mayor o menor medida, fue una especie de héroe generacional.

Cuando crecemos esos héroes generalmente se van haciendo más humanos, los vemos crecer con nosotros, triunfar (como el caso de Harry), superar dificultades (podemos mencionar a Justin) y a algunos fracasar o no llegar muy lejos como se esperaba, como muchos artistas que aunque se esfuercen no logran permanecer.

Sin ser el más fan siempre admiré su arte y el impacto que tuvo en nuestra generación. Por eso me entristeció profundamente enterarme de cómo terminó su vida. Alguien que, a los ojos del mundo, parecía tenerlo todo pero aun así, con oscuridad que se esconde bajo el aparente brillo de la fama. 

Le pregunté a Dios por que me afectaba tanto esta noticia, y entendí que me entristeció saber que muchos tenemos un corazón por los artistas y muchas veces no somos intencionales en nuestras oraciones por ellos. Tal vez los vemos lejanos e inalcanzables y ni siquiera los consideramos dentro de las posibilidades de nuestra vida de fe.

También volví a recordar que lo que representa el éxito para este mundo es efímero, nos quita la perspectiva de lo eterno, y cuando perdemos esa perspectiva los problemas se convierten en los protagonistas definitorios de nuestra historia. 

Es fácil juzgar desde afuera a alguien que se hunde en el consumo problemático, pero muchas veces, olvidamos que esa capacidad de crear cosas bellas nace de haber atravesado mucho dolor. *No quiero romantizar el sufrimiento ni mucho menos el hecho de que alguien decida ponerle fin a su vida. De hecho es una tendencia a cuestionar que ganó terreno este último tiempo.

Me pega fuerte pensar que alguien que alegró a tantas personas con su arte no pudo recibir ayuda a tiempo. Que, a pesar de los aplausos, no fue escuchado cuando más lo necesitaba. Me surgen muchas preguntas, pero al final lo único que puedo pensar es en el amor. El amor se practica, se comparte. Y hoy entiendo un poco más por qué soy artista, por qué amo a los artistas y por qué la muerte de Liam me dolió tanto: y es porque a Jesús también le dolió la muerte de Liam.

Seguramente, no podamos comprender todos los misterios de lo eterno o algunos desenlaces tam trágicos. Podremos debatir si salvó su alma, si tuvo oportunidades de arrepentirse de sus pecados, si en sus últimos segundos buscó a Dios… pero todo eso pertenece a un plano más grande, más allá de lo que podemos entender.

Lo que sí sé es que, sin Jesús, mi vida sería muy parecida. Quizá sería alguien que crea cosas bellas, que canta lindo, que es creativo, pero que, en el fondo, grita por ayuda, por un abrazo, por ser escuchado.

Los artistas también son almas que necesitan amor genuino, que más que toda la idolatría que reciben, necesitan oraciones que los alcancen y los protejan, los lleven al arrepentimiento. Que se movilicen sus corazones en favor de su salvación para que vean la necesidad que tienen de Cristo.

Nuestro desafío es: pensá en un artista que admires, ora por él, por su salvación y creamos juntos que podemos colaborar con Dios para que sus corazones se abran y reciban la vida plena y eterna.