En América latina el deporte es considerado mucho más que solo una actividad física o una competencia. En en lugar donde nos tocó nacer, sea algún rincón cafetero en Colombia, algún barrio de Argentina o un poblado chileno cerca de la cordillera, el deporte es un fenómeno cultural que está profundamente arraigado a la identidad nacional. Los deportistas son vistos como héroes culturales, muchas veces como modelos a seguir e inspiración para todos. Héroes que patean una pelota, manejan a altas velocidades y pueden con un logro deportivo, hacer felices a miles.

Pensemos en el fútbol, el deporte que predomina en Argentina y gran parte de América Latina. Es imposible no mencionar a Diego Maradona y Lionel Messi, dos nombres que resuenan en cada rincón del país. Maradona, con su famoso gol “La mano de Dios” y su espectacular jugada contra Inglaterra en el mundial del 86, no solo demostró su habilidad excepcional, sino que también dió a los argentinos un motivo de orgullo en un contexto histórico complicado tras la guerra de Malvinas.

Lionel Messi, por su parte, no solo es admirado por su destreza en la cancha, sino también por su humildad y perseverancia. Su vida de familia y su perfil bajo aun en lo más alto de la fama mundial. Muchos de diferentes países expresaron su deseo de que sea campeón del mundo solo por el cariño y aprecio a su buen corazón.

Donde nacimos, los deportistas no solo ganan partidos y medallas, sino que también inspiran con sus historias de vida. Muchos de ellos provienen de contextos humildes y su ascenso al profesionalismo es una narrativa que repercute profundamente en toda la sociedad.

Foto de Fachy Marín en Unsplash

Además de todo esto, los deportistas pueden influir en la ética colectiva. Juan Manuel Fangio, leyenda del automovilismo, conocido y recordado no solo por sus cinco campeonatos mundiales, sino también por su caballerosidad y pasión. Fangio enseñó que la integridad y dignidad son tan importantes como la victoria misma. Su vida e historia trasciende generaciones y sigue vigente en la cultura deportiva.

Obviamente podemos cuestionar ciertos "héroes", que no modelan 100% una vida íntegra e imitable, o que han usado mal la influencia que alcanzaron. No todos siguen valores cristianos, ni son explícitos en su vida de fe. Por eso aquí solo queremos observar la relevancia e influencia que un deportista puede tener, casi al nivel de un líder político o artista. No ignorar su poder cultural más allá de su disciplina.

El deporte tiene un poder increíble para unir a una nación, aún más en América latina, una región caracterizada por su pasión y fervor. En medio de tantas diferencias y opiniones, crisis y dificultades, basta con prender el televisor y ver un partido, todos frente a la pantalla gritando, celebrando y compartiendo. Esto ha creado un sentido de unidad y pertenencia para cada ciudadano, y es gracias también a sus figuras, nuestros héroes culturales, los que nos inspiran sueños y promueven valores que contribuyen al orgullo nacional. Su impacto cultural, siempre ira más allá del campo del juego.