En una sociedad obsesionada por el destacar de las competencias, vivimos sumergidos en la eterna carrera del “saber experto”, hiper valorando la certificación formal de formación que permitirán al individuo validarse en su contexto actual. Ahora bien, si nos remontamos al saber experto desde la práctica y no desde la cognición, nos aproximaríamos a mirar más de cerca el verdadero conocimiento depurado y no la teórica anacrónica, descontextualizada y poco atingente que algunos profesan desde le saber y no desde el conocer.

El filósofo, escritor y psicoanalista argentino Jorge Bucay ilustra en uno de sus cuentos la idea de que la omnipotencia del Dios no proviene exclusivamente de su poder, sino de la experiencia infinita que le otorga su inmortalidad. Mas allá del pensamiento herético, esta ilustración refleja el potencial valor de la experiencia, posicionando en una figura virtuosa que encuentra valor en el vivenciar por sobre del conocer.

Si nos remontamos a nuestra propia experiencia, muy probablemente ya habrás aprendido el valor de que una acción dirá más que cualquier palabra, llenando de valor intrínseco el hacer/vivenciar/experimentar por sobre nuestro conocimiento teórico de aquello que no profesamos conocer. Por lo cual, a la hora de compartir con otros nuestras creencias, si nos limitamos al saber teórico (el cual es necesario y brinda un sustento base a nuestra teología) podrían vernos de la misma forma que un niño escucha a su profesor hablar de fórmulas matemáticas, las cuales por mucha verdad que contengas en ellas, carecen de todo sentido practico a la hora de identificarnos en el uso apropiado de realidad.

A raíz de la práctica de la fe he logrado entender que la Sabiduría es experiencial y el conocimiento cognitivo, por lo cual no tengo miedo a nutrir el conocimiento de Dios con la sabiduría infinita de las vivencias que junto a él he aprendido. Finalmente, cuando compartimos nuestras resoluciones de vida en base a nuestras propias vivencias estaremos compartiendo sabiduría, en su contraparte cuando compartimos nuestras resoluciones de vida entorno a lo que sabemos estaremos compartiendo mero conocimiento.

Foto de Carter Yocham en Unsplash

Transfórmate en un catalizador de sabiduría, compartiendo con otros el saber del ser, teniendo en vista que los procesos experienciales que han acompañado tu vida han sido necesarios para forjar el ser conocedor que hoy comparte su saber con otros y los guía en el camino del transformar el conocer en saber.