En nuestra mente se alojan estructuras inmensas y fuertes, formadas por numerosas capas de pensamientos superpuestos que acumulamos a lo largo del tiempo. Podríamos llamarlos imperios mentales. A cada segundo, la voz del Espíritu Santo compite con esas construcciones invisibles que hemos abrazado como propias y asumimos como verdades absolutas. 

Los imperios mentales suelen estar alimentados por dudas, miedos, experiencias del pasado (buenas o malas) y argumentos cargados de orgullo. El tiempo avanza mientras estas ideas se refuerzan entre sí y creemos que forman parte de nuestra identidad, nos fusionamos con ellas, cuando en verdad son patrones que boicotean nuestra manera de vivir e interpretar la realidad.

Porque las armas de nuestra contienda no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas; destruyendo especulaciones y todo razonamiento altivo que se levanta contra el conocimiento de Dios, y poniendo todo pensamiento en cautiverio a la obediencia de Cristo. (2 Corintios 10:4-5 LBLA)

Especular y razonar, una y otra vez. Laberintos interminables. Angustia, desesperación. Qué desgastante es pasar todos los días de nuestra vida atando cabos, hacemos conjeturas a partir de información insuficiente, medimos cuánto vamos a arriesgar en función de obtener un beneficio, acarreamos el peso de lo que ya fue y nos preocupamos por lo que va a venir. 

Abramos paso a quien tiene todas las respuestas, a quien es fuente inagotable de vida y sostiene toda la creación con la palabra de su poder. Un corazón humilde y necesitado de Cristo es lo primero que necesitamos para salir de este ciclo que agobia nuestra vida de fe. 

¿Qué creemos sobre Dios y de nosotros mismos? ¿Vivimos esclavos de un eco distorsionado de nuestros temores y orgullos? 

Acá algunos principios para recordar, renovar y sanar el self talk que muchas veces pertiminos y nos daña

•       TU VOZ TIENE PODER. La voz tiene la capacidad de crear, atar, desatar y movilizar realidades espirituales. Declara con voz audible que tus pensamientos se sujetan a la verdad de Cristo.

•       NO TE DEFIENDAS de Dios y confía en que su luz resplandece en tu mente, Él examinará tus profundidades y te mostrará cuáles son los imperios mentales que distorsionan tu mirada. 

•       ESCUCHA lo que Él dice sobre vos. Busca dos o tres verdades bíblicas que sustituyan las mentiras que habías creído. Escríbelas y apréndelas de memoria hasta que se conviertan en una estandarte de victoria en tu mente.

•       NO TE ENCIERRES. Nutre tus tiempos con Jesús, hazlo parte de todos tus pensamientos y momentos de tu día. Abandona la idea de que debe ser un diálogo elaborado, deja de encerrarte en tus pensamientos y conversa con él en voz audible. 

Nuestros pensamientos y hábitos son un reflejo de nuestra fe. Jesús murió y resucitó para que POR GRACIA podamos pensar como él piensa, y por ende, vivir como él vive. Él es la verdad que nos hace libres. 

Él es la realidad en la cual somos, nos movemos y existimos.