La simplicidad, un concepto tan antiguo como la humanidad misma, se presenta tanto en la vida espiritual como en el arte. No sólo es una elección estética, sino un principio fundamental que guía el ser y el crear. La simplicidad más allá de un estilo de vida es el arte de dejar ir y, por ende, centrarse en lo que realmente importa. Vivir con sencillez nos estimula a revaluar nuestras posesiones y necesidades reales, donde la complejidad pasa a un segundo plano. Al reducir nuestra dependencia de lo material, nos liberamos del estrés y la ansiedad que acompañan a la acumulación. Así despejamos nuestra mente de los pensamientos y las preocupaciones superfluas, permitiéndonos vivir con claridad y propósito. Adoptar la simplicidad no solo transforma nuestra vida cotidiana, sino que también nos ofrece una perspectiva más serena y significativa, donde cada momento y cada elección resuenan con un propósito. 

El arte, en todas sus formas, encuentra belleza en lo simple. A menudo los grandes artistas sostienen que menos es más, un claro ejemplo en las artes visuales es el movimiento minimalista y la arquitectura. Este enfoque que aboga por la reducción a lo esencial, crea espacios y obras de arte que son a la vez austeras y profundamente impactantes. La pintura de Mark Rothko con sus grandes campos de color o la arquitectura de Tadao Ando con sus líneas limpias y espacios abiertos, muestran de alguna forma como la simplicidad puede evocar una respuesta emocional y espiritual profunda. La simplicidad en el arte no significa necesariamente la carencia de elementos, sino la presencia de lo esencial, eliminando lo superfluo para dejar brillar lo que realmente importa. 

Un dato significativo sobre el minimalismo como un estilo de vida radica en uno de los estudios científicos de la Universidad de Princeton, este estudio ha demostrado que el desorden visual en el hogar puede dificultar la capacidad del cerebro para concentrase y procesar información de manera afectiva. Con esto, se respalda la idea de que mantener un entorno minimalista promueve la calma mental como también la productividad. 

Tanto en la vida espiritual como en el arte, la simplicidad está intrínsicamente conectada. Ambas buscan una verdad que va más allá de lo complejo, una belleza que reside en lo esencial. Es sinónimo de sencillez, pero también implica una actitud del corazón. Al adoptar la simplicidad tanto en nuestra vida espiritual como en nuestras expresiones artísticas, nos alineamos con un principio básico que nos acerca a lo eterno. Es decir, nos enfocamos en lo que realmente importa: amar a Dios, a uno mismo como también a los demás. En la vida espiritual la simplicidad nos lleva a una relación más intima con Dios, eliminando todo tipo de distracciones podemos escucharlo y percibirlo con claridad, viviendo enfocados y con propósito. En el arte, nos conecta con otros de una manera más auténtica, real y significativa.

En última instancia, abrazar la simplicidad nos libera para valorar lo esencial y vivir con autenticidad. A través de lo simple nos damos cuenta de que nos hace falta mucho para tenerlo todo, podemos descubrir destellos de belleza en lo minino y en lo cotidiano.