Vivir presionado ¿real o autoimpuesto?
11 oct 2024
¿No sientes que a veces la presión de tener que hacer, poder, resolver todo lo que se te presenta es demasiado grande? ¿y aún más cuando la presión está dirigida a hacer, poder, resolver todo con la “altura”?
La verdad es que todos convivimos con estas presiones en distintas medidas.
Estas pueden generar una sensación de ahogo desesperante y en nuestra mente gran confusión. A veces pueden ser presiones reales por exigencias externas (trabajo, estudio, situación familiar, etc.), pero otras veces son presiones autoimpuestas basadas en ideales o estereotipos de “cómo debería ser, como debería actuar”. Esto forma parte del sistema de creencias que vamos desarrollando a partir de nuestras interacciones con el mundo, por lo que socialmente hemos heredado y por nuestras experiencias. Todos tenemos un sistema de creencias que modela nuestra conducta y nuestra forma de ser y actuar en el mundo. Pero algunos de ellos pueden no ser tan positivos en nuestra vida ya que se vuelven una carga para la mente y son hostigadores para nuestra alma. Hoy te quiero hablar de la presión de “siempre estar bien”, de siempre ser “cristianamente correctos”, “siempre ser fuertes”.
Cada día en la sociedad se instala con mayor peso el mensaje de “yo puedo con todo”,“vos podes con todo”, “vos tenés que estar bien”, o el ideal hedonista del placer constante/antisufrimiento. Todo esto se presenta como un intento de demostrar superioridad frente a lo que podría aparentar ser fragilidad, debilidad o vulnerabilidad. Mientras tanto nuestra mente parece colapsar.
Y si, seguramente estarás recordando aquel versículo de todo lo podemos en Cristo que nos fortalece, pero esto no es un acto de mérito propio como lo impulsa la sociedad en general, sino producto de un proceso de rendición al único y verdadero Dios Fuerte y también producto de mantener relaciones interpersonales sólidas (en otro artículo desarrollaremos este punto).
A lo largo de nuestra vida atravesaremos por diferentes momentos de quiebre que dejaran expuesta esta condición que traemos como seres humanos. Lo cierto es que si, SOMOS DEBILES Y FRÁGILES, y esto no debe representar una carga para nuestra mente y alma. Reconocernos en esta condición nos hace vulnerables a lo que Dios quiere hacer en nuestra vida, nos predispone y habilita a que podamos ver a Dios en su esplendor; probar y ver su gracia, ese favor inmerecido que nos revela Su amor inagotable e inquebrantable y contemplar que Él es quien nos levanta, nos sostiene y nos fortalece.
Para terminar, quisiera que puedas meditar en estos versículos tan poderosos, que nos revelan que sea cual sea nuestra situación, tenemos a quien ir y nuestra mente puede encontrar seguridad, firmeza y estabilidad al entender que siempre seremos aceptos en el Amado, sin importar cuan quebrados lleguemos a ÉL.
Por lo tanto, ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo sacerdote que ha atravesado los cielos, aferrémonos a la fe que profesamos. Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado. 16 Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir la misericordia y encontrar la gracia que nos ayuden oportunamente
Hebreos 4:14-16, la Biblia.
Querido amigo, amiga: que tu alma encuentre paz y tu mente este confiada en que el Señor es tu fortaleza en medio de la debilidad. Y volviendo a la pregunta inicial, quizás hacer las cosas a la altura de un hijo de Dios tenga que ver con reconocer nuestra fragilidad, estar confiados en que Él sostiene nuestra vida y permanecer delante del trono de la gracia.
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