Reconciliar no tiene edad
13 jun 2024
Hace casi un mes un periódico internacional hablaba así de mi país, Chile: “El aislamiento aumenta en silencio en el país sudamericano, y no solo en adultos mayores. Uno de cada cinco jóvenes de 18 a 24 años dice no tener ni un amigo cercano”. Adultos mayores y jóvenes los une una realidad: la soledad. Pero no es sólo Chile. Te invito a que googlees “epidemia soledad”, y verás que las cifras no se reducen solo a tierras trasandinas.
Tal vez con generaciones anteriores o posteriores, de hace 15 años más, o de 30 años atrás, no tendríamos mucho en común respecto a planes a mediano plazo, preocupaciones, gustos musicales, o la información que nos afana. Mucho menos la relación que tenemos con la tecnología. Pero un dato como el anterior es alarmante, y parece que podemos saltar todas esas diferencias para llegar a un asunto más bien existencial: ¿por qué nos alejamos? ¿por qué nos sentimos solos? ¿cómo encajamos unos con otros?
Dos películas, mismo problema
Haremos un paralelo entre dos productos culturales cinematográficos, en donde se dan encuentro dos generaciones. Remontémonos a hace casi 70 años. Es el año 1955 y se estrena en EEUU la icónica película “Rebelde sin causa” con el más icónico aún, el actor James Dean, que al momento del estreno, ya había muerto en un accidente automovilístico. Creo que un par de veces escuché la frase “rebelde sin causa” dicha despectivamente sobre alguien o un grupo de jóvenes, y si buscas referencias de la película tal vez encontrarás descripciones como “una película sobre unos emocionalmente confundidos jóvenes de clase media”. Dicen de James Dean, se volvió un “ícono de la rebeldía juvenil” de su época. ¿Pero sabes? Lo que me parece interesante de la película, asunto que está muy presente, pero en segundo plano, son las referencias a la ausencia parental, física o funcionalmente. Los momentos más álgidos para los protagonistas son justamente aquellos en que éstos estallan ante la ausencia afectiva o sostén de referencia que buscan o requieren de sus padres. Uno de ellos no da con el trato justo o que sostenga una coherencia en sus actos, no lo dice, pero simbólicamente la película lo expresa: el protagonista cree que su padre es un cobarde. La joven que se enamora del personaje de James Dean, simplemente siente que no la tratan con afecto en su hogar, con el tacto que ahora anhela encontrar románticamente en alguien de su edad, y el más joven de todos, un adolescente apodado “Platón”, vive solo en su casa con su empleada, y lo único que obtiene de su padre, sobres con cheques mensuales de una pensión - en una oportunidad le dice a James Dean derechamente que quiere que él sea su padre. Bueno, a pesar de que la película es catalogada como ícono de rebeldía, me parece que da todas las señales de un grito por la necesidad de un acercamiento de los padres a las diversas necesidades de sus hijos. En general, esta generación se emborracha, comete pequeños crímenes y se entrega a prácticas que ponen en riesgo su vida - mismo estilo que le quitó la vida al “ícono” James Dean.
Hace 6 años atrás, se estrenaba “Beautiful Boy”, protagonizada por Steve Carrell, como el padre del actor Timothée Chalamet. Parece ser contraria a “Rebelde sin causa”: acá sí hay un padre interesado y preocupado por entender y acercarse a su hijo, que es un adicto a drogas y fármacos. Pero la actitud auto lacerante, destructiva y evasiva del personaje de Chalamet, no sólo tiene que ver con una retribución al temprano divorcio de sus padres, la película sólo da esbozos de cómo pudo haber nacido el conflicto que llevara al joven a la adicción, pero sí queda algo presente: un auto saboteo constante ante las culpas, expectativas frustradas, y no encontrar cómo encajar, en medio de todo el embrollo que provoca las adicciones, en la sociedad, la familia, y en sí mismo. Una juventud que ya ni siquiera tiene claro qué es lo que podría recriminarles a sus padres, simplemente están abandonados, frustran sus relaciones, y las que mantienen, sólo están sincronizadas por la búsqueda común de sedarse de la realidad, o sobre estimularse para inventarse un entusiasmo fugaz para vivir o al menos, sostener la rutina. La película, en parte, se sostiene por la lucha constante del padre por tratar de entender, asimilar, y buscar una solución que se ve constantemente frustrada. La brecha generacional no cierra.
Tal vez los que eran adolescentes o jóvenes, y que compraron los tickets para ver la función en el cine de “Rebelde sin causa” y se identificaron con ese reclamo generacional, hoy engrosan las estadísticas de soledad en adultos mayores. Son nuestros abuelos que tienen como mejor compañía, la televisión o el scrolling infinito en las redes sociales. La juventud que hoy mira a Timothée Chalamet en su escalada de éxitos cinematográficos, o a una Zendaya, ambos, entre otros, también íconos de moda y retratando rasgos de su generación en el cine, como la drogadicción, la promiscuidad, la sobre exigencia por logros, etc., también retratan formas de soledad, búsquedas de propósito, prescindiendo ya de que si hay algo que derive de la presencia o ausencia de padres. ¿Alguien nota que parece que los protagonistas actuales parecen simplemente no tener padres?. Les es un dato prescindible…
Pero creo que para nosotros no. Y esta vez, no lo digo en plan de preguntarse si te has propuesto ser padre o madre alguna vez, sólo es considerar esto: Si no tomáramos en vano, ni despreciáramos nuestra o tú juventud, si fuera el que sea tu origen o el momento en que conociste, buscaste o fuiste hecho parte, ADOPTADO, por Dios, comenzaste a conocer la perfecta sincronía y mutuo acuerdo y complicidad entre el Padre y el Hijo, sabes entonces que lo que hay en el Hijo eso está en tí, digo, Aquél que reconcilia todo en Él, ¿en qué modo eso también nos hace partícipes del “ministerio de la reconciliación”? Aunque estas brechas generacionales, a pesar de que por una cuestión de perspectiva, con diferencia de 70 años, las inquietudes generacional cambian de lado o énfasis, la raíz es la misma: la separación de una fuente que nos ame, que esté instruyéndonos, que nos acoja, que nos de sentido, propósito y la fortaleza para enfrentar no sólo las adversidades externas, sino nuestras propias debilidades.
A veces la falta de propósito, incluso para lidiar con los avatares que implica el relacionarnos, va aislando a cada uno a un rincón donde se es más vulnerable a lo que el mal, la confusión y la opresión pueden hacernos sentir, pero dejando a un lado las diferencias pasajeras de cada generación, creo que adultos y jóvenes, podemos darnos cuenta que la necesidad es la misma: encontrarnos con un Sentido, una Verdad, y una fuente que dé el vigor y vivifique lo suficiente y más, para sostener y luchar la vida, no sólo por subsistencia, sino por crear lazos que extiendan una comunidad de fe, fe para perseverar, fe para prosperar en lo que cada uno es, pero incluso, fe para salvarnos, no sólo el alma de alguna condición post mortem y eterna, sino salvarnos del propio dolor, soledad y desesperación del Mundo actual - del que fue y seguirá siendo, esperamos algunos, hasta no mucho más. ¿Eres un agente que busca reconciliación, sanidad, y edificar sobre el Primogénito de Muchos?
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