Recuerdo la primera vez que vi el mío. Fue como un flashback inesperado, casi invasivo, pero ahí estaba: una mezcla rara de vergüenza, orgullo y un poquito de cringe, como ese meme de Los Simpsons que dice: “¡No me veas!”. Lo que más me sorprendió no fue que me expusieran mis gustos más raros, sino cómo esa canción que repetí hasta el cansancio se coronó como la más escuchada del año. Ahí me di cuenta de que Spotify no solo recopila datos, sino que también apela a algo más emocional: el gusto por sentirnos vistos, entendidos, aunque sea por un algoritmo.

Porque, seamos sinceros, Wrapped es mucho más que estadísticas. Es como si Spotify, esa multinacional gigante, te mirara a los ojos y te dijera: “Che, sabemos quién sos, lo que te emociona, lo que te salva los lunes y lo que te hace bailar en pijama”. Y esa cercanía, ese mimo, es lo que convirtió a este resumen anual en un fenómeno global. Incluso cuando te da un cachetazo de guilty pleasures y te obliga a enfrentarte a tu lado más popero.

Pero este año… algo falló.

Los usuarios venían impacientes desde semanas antes, con la vara bien alta. Sin embargo, las críticas no tardaron en llegar. Que se sintió impersonal. Que le faltó creatividad. Que parecía un reciclaje de lo peor de años anteriores. Spotify, esta vez, no logró capturar la magia que lo hace tan especial. El resultado fue un resumen más corporativo, frío, distante.

A pesar de esto, nuestras redes sociales explotaron de WRAPPEDs. Es imposible no ver cómo nos convertimos, una vez más, en embajadores gratuitos de la marca. Pero en este ritual también aparece el “lado B”: la competencia por ser “el más cool”, el orgullo de pertenecer al 0,1% de oyentes de ese artista indie, o peor, la estrategia de darle play a canciones que ni te gustan para aparentar. Ah, la presión de las apariencias en plena era del streaming.

Y ahí está el gran dilema de este año: varios usuarios notaron que el análisis se enfocaba en momentos específicos y no reflejaba fielmente lo que habían escuchado durante todo el año. Como resultado, muchos se sintieron traicionados por su propio algoritmo. Tragicómico, ¿no?

 Otras plataformas también compiten por la corona.

Spotify no está solo en esto. Apple Music lanzó su versión, y algunos dicen que este año les ganó la pulseada. En mi caso, hace un par de años que dejé de usar Spotify como mi plataforma principal. Mi resumen de fin de año, llamado Recap, llegó en noviembre y, aunque me gustó, siento que no tiene la misma mistica . No te voy a decir qué plataforma uso (dejémoslo como un misterio), pero puedo asegurarte que estos resúmenes nos confrontan con algo mucho más profundo:

 ¿Qué estás escuchando?

La música no es solo ruido de fondo; nos define, nos conecta con lo emocional y lo espiritual. Lo que escuchamos nos nutre, y esa nutrición es lo que terminamos compartiendo con los demás. Quieras o no, la música va moldeando una forma de pensar y muchas veces lentes para ver el mundo.

Si tu Wrapped este año te dejó pensando, quizás sea porque te mostró una foto de quién sos y qué elegiste consumir en este tiempo.

Así que, en vez de esconderte de tu Wrapped, te propongo algo: celebrá tu originalidad. Celebrá esos artistas que descubriste, esa canción que ya pasó de moda pero que todavía te emociona, ese tema que te transporta a un momento especial. Mientras escribo esto, estoy escuchando Who Knew de Pink, un tema del 2006 que me lleva directo a mi último año de primaria. La música es al final también para disfrutar y musicalizar distintos momentos que son parte de nuestra historia.

Ojalá tu Recap sea una sonrisa al pasado, un guiño al presente y un reflejo de lo que amás, lejos de las apariencias y el fronteo. Porque, al final, la música siempre nos dice algo sobre nosotros mismos y es bueno prestarle atención.