Van Gogh solía expresar emociones profundas a través de sus obras. En muchos casos, usó la naturaleza como canal simbólico: Los árboles suelen asociarse con el renacimiento, la esperanza y la belleza. Esta temática se repite en obras como Lirios (1889), Girasoles (1888–1889), Campo de trigo con cipreses (1889) y Huerto en flor (1888). En particular, Almendro en flor (1890) representa la esperanza y nuevos comienzos. El almendro es uno de los primeros árboles en florecer en primavera, lo que lo convierte en un símbolo de nueva vida.

Esta obra fue un regalo para su hermano Theo y su cuñada por el nacimiento de su hijo Vincent Willem. En palabras de Theo: “Como te dijimos, le pondremos tu nombre y deseo que sea tan decidido y valiente como tú”.

Una manera de mostrar la importancia de Vincent en la vida de Theo, una forma de decirle: tu vida importa, tu arte importa, y queremos que tu legado continúe. Esa emoción encuentra su forma en el lienzo: La obra muestra un almendro en plena floración, con ramas cubiertas de flores blancas que destacan sobre un fondo azul intenso. Las texturas aportan una sensación de movimiento, y el contraste entre el cielo y las flores transmite alegría y vitalidad. Se la considera una de las obras más luminosas y positivas de Van Gogh, tanto por su paleta de colores como por su mensaje.

También es evidente la influencia de la estampa japonesa en la composición: el fondo plano, la ausencia de sombras y el encuadre atrevido remiten a las estampas japonesas de artistas como Utagawa Hiroshige. Van Gogh mismo reconoció esta inspiración: “Toda mi obra se basa en algunos grabados japoneses que tengo.” — Carta a Theo, Arlés, septiembre de 1888.

Algunos interpretan esta obra no solo como una celebración de nueva vida para su sobrino, sino también como un anhelo de renacimiento personal. Tristemente, Van Gogh fallecería tan solo tres meses después de haberla pintado. Almendro en flor nos lleva a imaginar un horizonte donde vuelve a brotar el consuelo.

Como han demostrado diversos estudios, las flores tienen el poder de reducir el estrés, mejorar el estado de ánimo y estimular respuestas emocionales positivas. La afirmación de Van Gogh encuentra respaldo tanto en su experiencia como en la ciencia.

Te invito a que, como Van Gogh, contemples una flor. Quizás a través de ella, Dios quiera recordarte que la belleza puede surgir aun de las cenizas. “...y proveer a los que lloran en Sión: se les dará una corona de belleza en vez de cenizas, aceite de alegría en vez de luto, traje de fiesta en vez de espíritu de desaliento.” — Isaías 61:3