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Buenas ideas: una historia de amor (real)

10 jun 2024

Para tener buenas ideas hay que creer en el amor, hay que ser enamoradizo y romántico. Diría también que optimista y algo ingenuo. Hay que creer que las ideas pueden cambiar el mundo, que pueden darnos una vida mejor. Hacernos felices para siempre.

Una especie de historia de amor.

El primer amor

Al principio, cuando una idea llega a nuestras mentes, la miramos con asombro y admiración. Nos fascina, le tomamos cariño y cierto fanatismo, una especie de primer amor. Algo ingenuo pero tierno de nuestra parte. 

Idealizamos una idea, eso mismo. Creemos que es revolucionaria, que es brillante.
¿Cómo no la vió nadie antes?

Esta etapa es hermosa, necesaria. Acá nos ilusionamos, avanzamos y creemos. Hay que anotar todo, vivirlo con intensidad. Tener ideas tiene un poco que ver con ser enamoradizo, con creer que esta vez si es la indicada. Dedicarle tiempo, soñar e imaginar un futuro juntos.

Una idea requiere atención, que invada mucho de nuestros días. Que interrumpa nuestra rutina y nos de alegrías inesperadas. Salir a caminar con ella, tomar un café, escribirle cartas.
Una idea requiere enamoramiento. Al menos al principio…

La decepción

Resulta que no era lo que pensaba, nos decepcionó. Nos prometió algo que no pasó. Y es así, la idea no era perfecta. No nos hizo felices forever, ni millonarios ni mega reconocidos. Tampoco salvó el mundo, nuestro futuro, ni resolvió el cambio climático. 

Las ideas fallan. Todas, en mayor o menor medida. Son todas iguales, diría alguien fatalista y simplista.. Pero es cierto, las ideas suelen en algún punto decepcionarnos. Lo que parecía una gran melodía, un gran negocio o un diseño revolucionario… no lo es tanto. Ahí es donde las ideas corren alto riesgo de ser abandonadas en un cuaderno o una nota de celular.

Pero la decepción es necesaria. No todo es como en una peli de Hollywood, las historias reales tienen desencantos y fracasos. Son reales, no tienen esa perfección inalcanzable. Y acá está el punto: ¿abandonamos o seguimos creyendo?

Sin decepción no hay posibilidad de mejorar. Una idea buena necesita verse mala para que no se convierta en una utopía irrealizable. Sus debilidades permiten cambios y mejoras.

Cuando la idea deja ver que no es perfecta, tiene grietas, es un gran momento para mostrar su verdadero valor. Para tomar lo bueno y dejar lo malo.

Amar la idea

Aunque el primer encantamiento se desvanezca, a una idea no hay que dejar de quererla, ni dejar de creer en ella. Siempre tiene un comeback, una parte 2.

Algunos dirán, no hay que volver con un ex. Coincido, never. Pero en este caso no hubo un break. Uno con una idea se toma un tiempo, se da espacio y vuelve para mejorar lo que no funcionó. No solo le perdona los errores o fallas, sino que trabaja en esos puntos para que se vuelva mejor.

Necesitamos relaciones sanas con nuestras ideas. Que podamos criticarlas, buscar mejorarlas y no abandonarlas ante la primer dificultad.

Las buenas ideas requieren amor. Tenerles paciencia, esperarlas un poco. Creer en ellas como nadie, perdonalas y tratarlas con cariño y dedicación. Volver a invertir en ellas, a regalarles tiempo y espacio en nuestra mente.

Así es el amor real, así son las ideas. Y las que son buenas, más que un momento de flechazo o iluminación tienen que ver con que permanezcan en el tiempo, hagan bien y mejoren/cambien para seguir creciendo.

No quiero romantizarlo demasiado, aunque quizás ya es tarde, pero básicamente para tener una buena idea hay que tener una buena historia de amor.

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