Algo curioso de estudiar Historia del Arte es que te das cuenta que todo está interconectado, los valores, los cambios políticos e incluso las crisis económicas influyen en las expresiones artísticas de cada época.

El género artístico del que vamos a hablar no habría sido posible sin la Reforma Protestante. La Reforma fue un movimiento iniciado en el siglo XVI por Martín Lutero. Su intención inicial era retornar a un cristianismo primitivo, fundamentado en la fe más que en las obras, y en la libre interpretación de las Escrituras. Por ello, la Biblia debía ser traducida para que cada persona pudiera interpretarla por sí misma.

Gracias a esta nueva perspectiva sobre la fe y el retorno a las escrituras los artistas en países protestantes dejaron de utilizar imágenes como representación de la divinidad, esto los llevó a explorar nuevas formas de expresión alejadas de los temas religiosos tradicionales y a abrazar los valores del protestantismo. Así, empezaron a desarrollar géneros como la pintura de historia, los paisajes, los retratos y la naturaleza muerta, dentro de este último género se encuentra el estilo del que les voy a hablar: las vanitas, este género surgió en el barroco en los Países Bajos, se extendió a varios países de Europa adaptándose a las sensibilidades culturales de cada región.

Las vanitas, están inspiradas en un pasaje de Eclesiastés: “Vanitas vanitatum et omnia vanitas” (“Vanidad de vanidades, todo es vanidad”). Estas obras representan lo efímero de la vida y la fragilidad de la existencia, invitando a reflexionar sobre la brevedad de la vida y la importancia de no desperdiciarla.

Suelen estar pintadas con un minucioso realismo, lo que permitía a los artistas trabajar en los detalles, las formas y los efectos de la luz. Los elementos representados, suelen ser: Cráneos, velas apagándose, burbujas, relojes, frutas o frutas descompuestas, flores y flores marchitas, libros, armas y joyas, todos son elementos simbólicos.

Representan la fortuna, el poder y la belleza, contrastados con lo efímero y frágil de la vida. En muchas ocasiones, se incluyen frases como memento mori (“recuerda que morirás”), tempus fugit (“el tiempo huye”), ubi sunt (“¿dónde están?”) o sic transit gloria mundi (“así pasa la gloria del mundo”).

Estas obras no solo permitían a los artistas perfeccionar sus técnicas de representación de objetos, sino también expresar conceptos filosóficos y religiosos. Al ser demandadas por coleccionistas y mecenas, garantizaban una demanda constante. Aunque las vanitas surgieron en un contexto específico su mensaje sobre la fugacidad de la vida sigue resonando hoy, estás obras nos recuerdan que las posesiones terrenales y el poder son temporales, mientras que nuestra fe y acciones pueden tener un impacto eterno.

“Es verdad que el ejercicio físico ayuda a que todo el cuerpo esté sano, pero es mucho mejor esforzarse por confiar cada vez más en Dios, porque nos hace bien aquí en la tierra y también nos servirá cuando vivamos en el cielo. Esto es una verdad que podemos creer, y debemos creer”.
1 Tim 4:8 TLA