Vivir en otro país ¿Qué tan real es el shock cultural?
18 jun 2024
Después de casi un año de salir de Argentina y llegar a Israel, puedo decir que mudarse a otro lugar y otra cultura es algo muy emocionante, pero también desafiante. Está la anticipación de todo lo nuevo que está por suceder a medida que somos guiados por Dios a un nuevo lugar, y al mismo tiempo, los desafíos que podemos llegar a encontrar. Una de las cosas que podemos escuchar al hablar de vivir en el exterior, es el “shock cultural”.
¿Qué es el famoso shock cultural? Es esa mezcla de emociones que podemos sentir al mudarnos a otro país dónde todo es distinto a lo que estamos acostumbrados en nuestra cultura.
Cada experiencia es diferente y el nivel de “shock cultural” que uno puede llegar a experimentar varía, pero por lo general uno comienza con la “luna de miel”, etapa en la que todo se siente una aventura y todos los días hay algo nuevo por descubrir, sea el idioma, la gente, la comida, o lugares nuevos. Después llega la frustración, cuando las cosas pasan a ser un desafío, la barrera del idioma se siente más fuerte, uno extraña su hogar y familia, y se choca con la realidad de este nuevo lugar. Pero no es un final triste. Poco a poco, llega el tiempo de ajuste dónde uno empieza a manejar mejor el idioma, conocer nuevos amigos y a entender la cultura. Y por último llega la etapa de aceptación, donde uno ya se siente cómodo y comienza, de una forma u otra, a sentirse en casa otra vez.
Puedo contar muchas historias y anécdotas de mi vida en Israel, desde las risas que pueden salir de los malentendidos por el idioma, hasta la frustración con el trato indiferente, o incluso el comienzo de la guerra en Israel, pero también debo admitir que luche mucho. Luche con la falta de propósito, la desesperación de volver a Argentina, y la frustración con Dios por no entender su plan, pero Él es paciente y aunque me sigue enseñando, algo aprendí hasta ahora.
¿Qué me ayuda a permanecer y amar la cultura en la que hoy vivo?
1. Primero y creo que lo más importante, es entender qué hago acá. Capaz no es una respuesta muy concreta o con un propósito muy claro e inspirador, pero simplemente entendiendo de que Dios me trajo y me puso en este lugar para simplemente amar lo que El ama. Lo otro lo voy a ir descubriendo a medida que camino, aprendo y soy fiel en lo poco.
2. Cuando me encuentro con cosas que no me gustan, actitudes que me chocan, o maneras diferentes, trato de entender que hay cosas que son simplemente culturales y no pensarlo mucho. La mayoría de las veces, la forma de tratar tiene que ver con costumbres y cultura.
3. Aprender el idioma es crucial. Aunque todavía estoy en proceso, el esfuerzo en comunicarme con la gente ha sido clave para acomodarme a la nueva cultura. Ni hablar el sentido de logro de poder pedir el queso en el súper.
4. Viniendo de una cultura latina conocida por su calidez y cercanía, al chocar con culturas más secas y frías, uno puede sentirse un poco solo. Conectar con otros latinos ha sido clave para mí, especialmente a través de la iglesia, pero también es posible mediante grupos en Facebook, actividades como danza, cocina, clases de idioma, etc.
5. Por último, tomarlo un día a la vez. Así como en lo físico, una mudanza lleva tiempo en lo emocional y espiritual también. Lleva tiempo desempacar el bolso, abrir las cajas, acomodar todo en su lugar y encontrarle a cada cosa su nuevo hogar. De esta misma manera, cada día aprendo algo nuevo a medida que me toca vivirlo, ya sea aprender a decir una nueva palabra, descubrir un nuevo snack favorito, disfrutar de una fiesta o tradición local, o charlar en el ascensor con la vecina.
Adaptarse a un nuevo país y navegar su cultura es un proceso. Aunque los desafíos son reales, la recompensa de ser partes de lo que Dios está haciendo es aún mayor y creo que esa es la clave en atravesar el shock cultural.
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